Estoy leyendo El suelo bajo sus pies de Salman Rushdie, y hubo una parte que me gustó y quiero transcribir aquí.
"Pagamos dinero para contemplar, en un teatro o un cine, lo que nos prohibimos, o para leer de ellos entre las tapas secretas de un libro. Nuestra bibliotecas, nuestros palacios de diversión dicen la verdad. El vagabundo, el asesino, el rebelde, el ladrón, el mutante, el desterrado, el delincuente, el diablo, el pecador, el viajero, el gángster, el contrabandista, la máscara. Si no reconociéramos en ellos nuestras necesidades menos satisfechas, nos los inventaríamos una y otra vez, en todos los lugares, en todos los idiomas, en todos los tiempos.
Tan pronto tuvimos embarcaciones, nos precipitamos al mar, surcando los océanos en barcos de papel. Tan pronto tuvimos coches, tomamos la carretera. Tan pronto tuvimos aeroplanos, fuimos zumbando a los rincones más lejanos del planeta. Ahora añoramos el lado oculto de la luna, las pedregosas llanuras de Marte, los anillos de Saturno, las profundidades estelares. Ponemos fotógrafos mecánicos en órbita o en viajes sin retorno a las estrellas, y lloramos ante las maravillas que transmiten, nos humillan las poderosas imágenes de galaxias remotas que se alzan como columnas de nubes en el cielo, y bautizamos rocas extrañas como si fueran nuestros animales favoritos. Tenemos sed del espacio curvo, del bosque exterior del tiempo. Y ésa es la especie que se engaña a sí misma para quedarse en casa, para atarse con -¿cómo se llaman?- lazos.
Ése es mi punto de vista. No tenéis por qué aceptarlo. Quizá no seamos tantos después de todo. Tal vez seamos perturbadores y antisociales y no debamos ser tolerados. Tenéis derecho a tener vuestra opinión. Lo único que quiero decir es: duerme, niño, profundamente. Duerme bien y sueña con cosas bonitas."
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