09 julio 2009

El señor del tsuru blanco

No, no hablaré de AMLO. Más bien hablaré del señor que nos provee de la comida diaria. No, tampoco hablaré de Dios. Más bien del señor al que casi todos los días le pedimos comida en el trabajo porque la que venden en el comedor "no nos convence", por decir lo menos. Alguien consiguió su teléfono y generalmente le hacemos pedidos varias personas. Como relojito siempre llega a la 1:20 pm en su tsuru blanco y nos entrega las cajitas blancas con la comida. Las porciones son medianas y tienen buen sazón (mucho mejor que el del comedor) e invariablemente siempre nos incluye, además de la comida, un sobrecito de sal de medio gramo, un palillo de dientes redondo de madera, un sobrecito con cinco pastillas de chicle y una servilleta. Pase lo que pase nunca ni por error nos da una cosa de más o una de menos. Lo más curioso y a veces más preciado son los chicles ya que es lo más cercano al postre. Recuerdo que hubo una temporada en la que no me los comía sino que los guardaba y debaja en la casa. Así hice durante meses y llegué a tener una gran colección de chicles que bien pude haber vendido para comprar más comidas con el señor del tsuru blanco. Pero bueno, siempre nos llamó la atención que no importa el billete con el que le pagues él siempre tendrá cambio. En una bolsa de su pantalón guarda monedas de todas denominaciones y en la otra billetes, tantos que hasta parece despachador de gasolinera. Nos humilla con los fajos de dinero que tiene producto de simples comidas. Otra cosa interesante es que simpre se acuerda de todos los nombres, sabe qué pidió cada quien, incluso a veces él toma la llamada cuando levantamos el pedido y reconoce las voces casi inmediatamente. Decimos que debe tener un sistema de reconocimiento de voz integrado en su mente o algo así. Jamás se le va un peso de más o de menos, es muy atento, a pesar de estar cobrándole a varias personas al mismo tiempo. Siempre puntual. La semana pasada sucedió algo insólito. Llegó la 1:20 pm y no llegaba, llegamos a pensar que lo habían chocado o algo así ya que Monterrey se pinta solo para eso, pero no, el señor llegó como diez minutos después y para nuestra sorpresa no llegó en el tsuru blanco, sin o en un sentra gris! nos acercamos para recoger la comida y le preguntamos qué había pasado, un poco preocupado nos dijo que había sucedido una tragedia, que le habían robado el tsuru blanco! y enfrente de su casa! así que había tenido que tomar prestado el de su hija. Bueno, parece que ese tsurito pasó a formar parte de las estadísticas de coches (tsurus y blancos) robados en nuestro querido país. Total que platicamos muy poco, nos dijo que ya lo había reportado y que a ver cuánto le daba el seguro por su carro del 2001. Uno o dos días depués le comentamos que ya no nos había dado el menú de la semana (que por cierto antes nos daba fotocopias del original hecho en computadora y ahora ya son a mano), como siempre había hecho, y dijo que lo haría de nuevo y preguntó si se nos ofrecía algo más, a lo que le dijimos que a ver si nos daba más servilletas que porque siempre batallábamos con eso. Total que el día de hoy sucedió lo que nunca en años: tres servilletas! ah, y tres sobrecitos de sal (los cuales yo personalmente nunca uso). Fui feliz por unos momentos y cuando terminé de comer me di cuenta que sólo había ocupado dos. Creo que me quedé acostumbrado a "optimizar" los recursos y ahora que hay "exceso" no supe qué hacer.

1 comentario:

Anónimo dijo...

hola toño pero no mencionaste cuando vivimos en la ciudad de mexico y que nos corrieron del departamento por exceso de pago y que nos tuvimos que salir a las 12 de la noche con todo y chivas con el refrigerador cama en el hombro saludos de tu camarada "zorry"