Detrás de mi aspecto "limpio e inocente" de niño "bien portado" que no rompe un plato y sería incapaz de muchas cosas malas (ajá), existe una personalidad oculta y que a ratos se asoma.
¿Cuándo me convertí en el ser alburero, cochambroso, sucio y mal pensado que soy ahora? No lo sé exactamente pero creo que el proceso de mutación interna se remonta a los viejos tiempos de la secundaria en mi vieja Ciudad Pemex, justo después de mi salida de una primaria católica donde la mayoría de las maestras eran monjas de la congregación de las "Siervas de Jesús Sacramentado" para luego entrar a una escuela secundaria técnica pública donde no todos los maestros habían estudiado para ser educadores y el ambiente era más "liberal" (incluso, existe la leyenda urabana de que un maestro de español era originalmente un conserje que luego se convirtió en prefecto y finalmente llegó a ser maestro, mitos o leyendas secundarianas).
Y no es que culpe a los maestros de nada, sólo digo que fue un cambio algo radical para mí pues en la primaria no se me salía ni un "pinche", pues no era tan común escucharlo, pero después eso y mucho más se escuchaba con toda naturalidad en la secundaria que yo creo que simplemente me fui "ablandando" ante el dilema de decir o no decir "malas palabras". Tampoco me dio coprolalia, y menos me estoy justificando por el hecho de que en Tabasco se hablan de manera muy natural las groserías sin que la gente se ofenda como en otras partes de la república (específicamente en Monterrey suelen ser más enfáticos en ese sentido, pero esa es otra historia). Me consta haber visto cómo dos amigos chocos (tabasqueños) se mientan la madre en la calle con la sonrisa en la cara para luego darse un gran abrazo, se podría decir que "chinga tu madre" se toma como un saludo en algunos casos.
Yo no saludo así y tampoco miento madres a diestra y siniestra. Tampoco me la paso albureando todo el día, pero en ocasiones las circunstancias propician el comentario de doble sentido, sin embargo, gracias a eso me he adjudicado el calificativo de "arrabalero", "eléctrico" o "mecánico", en fin, creo que es porque luego hago comentarios o chistes que no se esperan que yo haga. Muchas veces me aflora el "albañil" que todos llevamos dentro (sin albur).
No sé si son demasiadas cosas sucias en mi vida, la verdad creo que cada quien le adjudica la categoría de suciedad a las cosas de acuerdo a su experiencia e historia personal. Hace unas semanas me encontré a una amiga en el msn y le pregunté que por qué ella no sacaba un blog y su respuesta fue "demasiadas cosas sucias en mi vida", seguido de un "jajaja, no es cierto, es broma". Yo le creo a su segundo comentario.
7 comentarios:
No es tan sucio decir groserías, a veces desahogan la rabia interna, o sencillamente hacen más folcklorica la plática... que no?
jajajaj... y pensar que te pueden llegar a correr de los depas de filósofos por "hablar con ^malas palabras^"
pos que chinguen a su madre!!!!
jajajjajajaja =)
No sé, yo creo que decir groserias de vez en cuando no es malo, es parte de nuestro folkclor, malo cuando es el único léxico que tienes, entonces sí !aguas! :P
jaja yo creo que todos llegamos a la etapa donde nos soltamos con las groserias..es algo normal..
Pues yo coincido con Marispy, me consta que hay lugares en los que te corren por ser un poco "lepero", pero vaya que es reconfortante lanzar de vez en cuando uno que otro improperio... no importa que le digan a uno que habla peor que "chofer de microbús" (dicho muy chilango)
Un abrazo !!!
Jerry :)
Creo que para todo hay un lugar, así que no es malo decir groserías siempre y cuando sea en el lugar adecuado, no es correcto estar diciendo groserías ante nuestros familiares, en una reunión etc, pero cuando estás en el desma con tus cuates, no hay problema, también hay que guardar respeto ante las mujeres ya que algunas e puede incomodar por tanta leperada, pero hay otras peores que uno mismo...
Ese mi 440, me cae q ya te ta remordiendo la conciencia, le voy a decir a papa monstro que ya pasaste el nivel uno y que empiece con las lecciones de como ser un monstro capitulo 2.
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