12 enero 2004
Nunca olvidaré tu mirada
Por primera vez te vi a los ojos fijamente sin sentirme intimidado con esa tu mirada suave y profunda, tierna e ingenua, sincera y excéptica, de niña y de mujer. Alguna vez dijiste que los ojos son el espejo del alma y por unos instantes creí poder verla en esa increíble mágica noche fría escuchando viejas canciones. Ambos sabemos que no esperamos nada del otro y creo que es lo mejor. Nunca olvidaré tu mirada envuelta de silencios interrumpidos por sonrisas y caricias, de besos suaves y tramposos, de secretos susurrados al oído, oliendo en tu cuello un aroma que le pertenecía a alguien más pero irónicamente llegó a tí. Nunca olvidaré el sonido del segundero de tu reloj metiéndose en el silencio para recordarnos que las horas transcurrían sin darnos cuenta. Inolvidables momentos, raros e inesperados, bellos y fugazes. Tal vez nunca habrías notado lo expresivos que son tus ojos, tal vez nunca habrías notado que yo te observaba sin que me vieras, tal vez nunca nos hubiéramos conocido pero por alguna razón y casi sin darnos cuenta nos encontramos aquí. Tal vez son cosas del destino y nos pone de frente por algo que no sabemos. Es un sentimiento extraño o tal vez un mezcla de sentimientos encontrados, de dudas y certezas para los dos. Perdí la noción del tiempo y no quería que terminara y que llegara aquel adiós. Me hubiera gustado acariciar cada parte de tu cuerpo y seguir ese rastro con besos, conocer y pasar por todos tus puntos débiles, pasar horas abrazados con tu cabeza en mi pecho sin decirnos nada mientras caliento tus manos siempre frías con las mías. La próxima vez que te vea no sé cuál será mi reacción ni la tuya pero seguramente será una sensación extraña y tampoco sé qué pasará después, es posible que aparentemente todo siga como siempre y creo que está bien. Ahora ya lo sabes, me gustas, me encantas y nunca te olvidaré a tí, ni tu rostro ni tu mirada.
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